PEDRO SÁNCHEZ NEGREIRA, Verde como el Hielo, Zaera Silvar, A Coruña, 2013, 200 páxinas.
[NC SAN ver]
Se o final nun microrrelato é importante, tamén tiña que selo a forma de rematar o tema adicado a eles. O martes 22, a volta ás clases traía, coma un agradable contrapunto, o encontro co escritor Pedro Sánchez Negreira. Así, na primeira sesión da tarde estivo a falarnos da escritura destas microficcións e do seu libro, Verde como el hielo, do que xa puideramos degustar algunhas das súas pezas na clase.
En las últimas semanas, el papel
protagonista en las aulas de 3º de ESO fue desempeñado, con diferencia,
por una forma literaria: el microrrelato. A través de estos textos,
descubrimos que un punto final puede ser sólo el principio; que la
extensión no se mide en tinta o en caracteres: como si pudieran existir
palabras justas para frenar el desaliento.
Nos volvimos lectores de este género: asumimos el riesgo de lo breve, el vértigo ante la sugerencia, el acantilado de todo aquello que se calla. Los textos de Pedro Sánchez Negreira nos llevaron de la mano en esa agradable caída. Con ellos, aprendimos que no toda llovizna es inocente; que los recuerdos, por muy lejos que los lancemos, a veces tienen vocación de búmeran; que con nuestro enemigo más cruel tal vez compartamos la misma voz, el mismo cuerpo; que nuestra realidad puede tener nombre de mujer hasta el Olvido.
De ese modo, habríamos caído 113 veces, una por cada texto que contiene Verde como el hielo. Al menos, pudimos conocer la promesa de esas páginas, el nombre de Pedro Sánchez Negreira como un autor que avalaba tanto la práctica como la teoría, su firma a unos textos que liquidaban cualquier prejuicio de que la microficción fuera sólo un pasatiempo, una ocurrencia fácil. Lo reducido, lo realmente riguroso y breve, ha sido en realidad el límite de las clases: pero, igual que hacíamos con los microrrelatos, tenemos la oportunidad de releer y reconstruir. Éste es el momento de rellenar esos silencios.
Por tanto, toca ya, sin más, dejarle la palabra a Pedro, y agradecerle su presencia aquí esta tarde, para compartir con nosotros su escritura, tan redonda como un libro; su talento agudo, próspero, verde como el hielo.
Nos volvimos lectores de este género: asumimos el riesgo de lo breve, el vértigo ante la sugerencia, el acantilado de todo aquello que se calla. Los textos de Pedro Sánchez Negreira nos llevaron de la mano en esa agradable caída. Con ellos, aprendimos que no toda llovizna es inocente; que los recuerdos, por muy lejos que los lancemos, a veces tienen vocación de búmeran; que con nuestro enemigo más cruel tal vez compartamos la misma voz, el mismo cuerpo; que nuestra realidad puede tener nombre de mujer hasta el Olvido.
De ese modo, habríamos caído 113 veces, una por cada texto que contiene Verde como el hielo. Al menos, pudimos conocer la promesa de esas páginas, el nombre de Pedro Sánchez Negreira como un autor que avalaba tanto la práctica como la teoría, su firma a unos textos que liquidaban cualquier prejuicio de que la microficción fuera sólo un pasatiempo, una ocurrencia fácil. Lo reducido, lo realmente riguroso y breve, ha sido en realidad el límite de las clases: pero, igual que hacíamos con los microrrelatos, tenemos la oportunidad de releer y reconstruir. Éste es el momento de rellenar esos silencios.
Por tanto, toca ya, sin más, dejarle la palabra a Pedro, y agradecerle su presencia aquí esta tarde, para compartir con nosotros su escritura, tan redonda como un libro; su talento agudo, próspero, verde como el hielo.
[Texto de presentación]
Podería pensarse, en aparencia, que foi unha charla convencional, coas habituais preguntas e respostas.... Con todo, se os alumnos de terceiro leran os textos do autor uruguaio, por que non ao revés? E así foi como sucedeu un troco moi especial: Pedro puido escoitar algunhas das creacións dos alumnos, tan ben abeiradas nun soporte que é igual de artístico [e de mínimas dimensións] que o seu contido: os minilibros. Foron unhas cantas lecturas de microrrelatos, aforismos... que o profesor Francisco Rodríguez, de forma case aleatoria, ía escollendo segundo a caprichosa distribución dos libros sobre a mesa. A maior certeza da situación, o único invariable, eran as reaccións de Sánchez Negreira: eloxios, entusiasmo, ánimos para seguir pola senda do breve. Xogaría o aza[ha]r un papel ao noso favor? Ou, talvez, sexa simplemente que os alumnos do IES Francisco Aguiar son tan persistentes coma o dinosauro de Augusto Monterroso e, por moito que cheguemos a soñar, e despois espertemos, o futuro do microrrelato aínda estea aquí:
Yo quiero agradeceros la invitación y la hora de gozo que me habéis regalado. Fue una experiencia enriquecedora, tanto en lo emocional como en lo literario.
ResponderEliminarGracias por haberme acogido entre vosotros.
Un abrazo.