martes, 29 de marzo de 2022

TÓTEM LOBA, Verónica Echegui

 

TÓTEM LOBA


En la versión original de la Caperucita Roja, la protagonista adolescente (cuya capa roja simboliza la menstruación) sufre una sangrienta tragedia en la que aparecen la agresión sexual y el canibalismo. Primero, el lobo, disfrazado de abuelita, le ordena que coma la carne que hay en la cocina preparada para ella, luego la obliga a quitarse la ropa, quemarla en el fuego y meterse en la cama. Justo cuando está a punto de acostarse, la niña descubre que es el lobo quien la está esperando y que la carne que se ha comido es la de su verdadera abuela. Entonces, el animal, la devora (o, simbólicamente, un agresor sexual, la viola). Perrault suavizó mínimamente la historia, suprimiendo la parte del canibalismo, y añadió una indignante moraleja para las jóvenes que hoy calificaríamos indudablemente de culpabilización de la víctima. «Los adolescentes y más las jovencitas elegantes, bien hechas y bonitas, hacen mal en oír a ciertas gentes, y que no hay que extrañarse de la broma de que a tantas el lobo se las coma». Ellas «hacen mal», «no hay que extrañarse». Es esperable que si llevas una falda corta te violen. ¿Qué esperabas? Los lobos son así, los chicos son así. Deberías haber tenido más cuidado: es que lo estabas buscando.

Siglo XXI, 2015. Una jueza pregunta a una víctima de maltrato y agresiones sexuales si «cerró bien las piernas». Luego le negó la orden de protección solicitada. Un gran incentivo para que una mujer con la autoestima minada y el cuerpo molido a golpes (tanto físicos como psicológicos) se sienta protegida por la justicia y decida denunciar al hombre que la tiene sometida a través del pánico. Lo más triste es que este no ha sido un caso aislado. Tan solo un año antes, un juez llamado Robin Camp preguntó lo siguiente a una joven víctima de violación: «No podía haber mantenido las rodillas juntas?», «¿Bajó el culo para que no la pudiera penetrar?».

La ficción, con frecuencia dulcifica, normaliza o justifica actitudes misóginas que la sociedad acaba asumiendo como aceptables.

En La Biblia, Dios castiga a Eva por morder el fruto del árbol del conocimiento. El mensaje de la historia es claro: nosotras no debemos atrevernos a hacer uso de nuestro intelecto, qué descaro. Así terminó Hipatia de Alejandría en marzo de 415: descuartizada y quemada, por su delito de la curiosidad, el amor a la filosofía, los planetas y sus órbitas elípticas.

En La bella durmiente, Aurora fue violada por el príncipe mientras dormía y se quedó embarazada de dos mellizos. Por supuesto, él salió impune. En la madrugada del 7 de julio de 2016, cinco hombres violaron a una joven de dieciocho años en un portal de Pamplona, Navarra. No se consideró que hubiese habido violencia o intimidación en el juicio, y, por eso, calificaron lo ocurrido de abuso sexual y no de agresión sexual.

Sus violadores, los llamados miembros de la Manada se ofrecieron a acompañarla al coche. Por el camino, dos de ellos se adelantaron y se acercaron al Hotel Europa para pedir «una habitación por horas «para follar», sin su conocimiento. Pero el encargado les dijo que no era posible. Consiguieron hacerla entrar en el portal y llevarla a una pequeña zona sin salida, de unos tres metros cuadrados. La desnudaron y ella, angustiada e incapaz de reaccionar, entró en estado de shock y se limitó a cerrar los ojos y esperar a que todo acabase cuanto antes. Grabaron la violación y luego le quitaron el móvil, dejándola indefensa. Una pareja la encontró llorando en un banco y llamó al 112, mientras los violadores presumían de su «hazaña» compartiendo mensajes como estos por su grupo de WhatsApp; «Follándonos a una los cinco», «todo lo que cuente es poco», «puta pasada de viaje», «hay vídeo». Pero, según la justicia, no hubo intimidación ni violencia. La bella durmiente no opuso resistencia. Todas las mujeres son unas histéricas exageradas. Esa joven también. Tendría que haberse quedado en su casa, leyendo, por ejemplo, la Guía de la buena esposa.

Mariña García Iglesias

EL SACRIFICIO DE DAFNE


Flechas de oro. Flechas de plomo.

Por fortuna vivimos en una sociedad que permite, en este momento histórico, libertades, oportunidades y la capacidad de elegir distintos caminos a lo largo de la vida. Existe la posibilidad de que nos equivoquemos: el margen de error.

Podemos elegir qué ropa vestir, en qué restaurante comer, con quién salir el fin de semana próximo, qué viajes proyectar… Menos cuando no se puede elegir.

No era consciente de sus actos ni de sus consecuencias. Apolo estaba poseído por su deseo y sus comentarios burlones. Mientras, ella cargaba el peso de la flecha de plomo, inocente víctima. Dafne estaba acorralada y, seguramente, asustada por la pulsión de Apolo. Un desconocido. Con buenas o males intenciones, pero la presión estaba allí y ambos se estaban hundiendo. Un mito… ¿A quién no le gustan los mitos, los cuentos y las fantasías, las extravagantes historias de dioses y ninfas vividas en locus amoenus?

No conozco ninguna Dafne, no sé de nadie cuyo nombre sea Apolo, pero puedo perder la cuenta de sus equivalentes. Hombres que llevan su amor a la obsesión. Mujeres que beben de vasos con carteles de neón invisibles ignorando su contenido. Mujeres que serán violadas o asesinadas por elegir un no como respuesta. Mujeres torturadas, mujeres forzadas a convertirse en laurel, mujeres obligadas a ver su propia transformación sin poder hacer nada para evitarlo. Una más, otra más... en la arboleda de silencio.

No conozco ningún Apolo, pero sí he visto hombres en la calle con flechas de oro. No conozco ninguna Dafne, pero a la dependienta de la floristería le pesa una flecha de plomo. No sabe por qué. No todavía.

Aquellos que no conocen la historia tienden a repetirla. No deberíamos necesitar más sacrificios para ser conscientes de que un es un y un no es un NO. Tal vez así dejemos de ver volar sobre nuestras cabezas flechas de oro amenazantes. Tal vez así el laurel sólo resulte ser un hermoso árbol.

Aroa Blanco Suárez


LILLITH, DIOS Y EL MALDITO MACHISMO


Dios es machista. Parece ser que el ente todopoderoso que todo sabe, todo ve, y todo creó hizo experimentos antes de dar con esa mujer bíblicamente "ideal".

Ya el mundo creado en el sexto día, Dios debía de estar tan aburrido que necesitaba un juego para pasar el rato. Y qué mejor manera de hacerlo que creando personas a su imagen y semejanza para ver lo que hacían. En ese momento, se decide a meter sus manos en arcilla para crear a un monigote al que llamó Adán, y otro al que llamó Lillith, iguales a él. Pero luego hubo un problemilla, porque Lillith no era sumisa a Adán y se negaba a aceptar lo que éste le ordenaba, reclamando los mismos derechos. Entonces Dios se sintió ofendido, y enfadado, la echó del edén, su casa.

Ella se dirigió entonces al mar rojo, tierra de demonios, para hacerse la amante de Asmodeo (el equivalente hebreo de satán) y tener miles de hijos, que serían también demonios (los lilims). Al enterarse de esto, Dios envía a Snvi, Snsvi y Smnglof, tres ángeles, para devolverla al edén, pero ella se niega. Dios manda así matar, como castigo, a cien de sus hijos cada día. Por eso, la primera mujer, como venganza se ve obligada a mantener relaciones con todos los hombres para mantener su descendencia, representándose así a la primera feminista como un demonio, madre del adulterio.

Para que no se produjese otro incidente, fue escrito en el evangelio que Dios creó ahora a Eva, pero para que aceptara lo que mandase Adán, la hizo a partir de una de sus costillas. Machista.

Igual, ser un demonio no está tan mal. El problema está en que siempre comemos de lo que nos dan, ese punto de vista cristiano, el del "bien". Pero la verdad, si te paras a pensarlo, los demonios tienen muchos más beneficios. En el mar rojo existe igualdad, y las mujeres son tanto como los hombres. Allí no hay árboles prohibidos, ni barro ni costillas, ni tampoco un Dios genocida. Hay libertad. Y aquí nos mienten. Porque en el momento en el que una mujer reclamó no estar tumbada debajo durante las relaciones con Adán, se la expulsó del "paraíso" (que se asemeja a una vida en 1984 o en una pesadilla de Matrix), además de ser tachada de demoníaca, y de adúltera.

Todo sea por la doctrina dogmática. Porque si se crea un evangelio donde la mujer aparece cosificada como una costilla, la sociedad lógica y lamentablemente evolucionará por ese camino.

Entonces, si hasta "Dios" es machista, ¿qué más da?


Antón Patiño Carro

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