Yo no me dí cuenta de que te tenía
hasta el mismo día en que te perdí.
Y vi claramente lo que te quería
cuando ya no había remedio para mi.
Llévame por calles de hiel y amargura,
pónme ligaduras y hasta escúpeme,
échame en los ojos un puñao de arena,
mátame de pena, pero quiéreme.
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