DAVID TORREJÓN, Escríbeme una foto, La Discreta, Alpedrete, 2014, 284 páxinas.
[NC TOR esc]
Albalajara, junio de 2008
Al principio las cosas no fueron tan mal: diez incautos se inscribieron en mi taller de escritura creativa lo cual, me dijeron, estaba muy bien para una primera convocatoria. Pero, a partir de ahí, todo se desarrolló de la peor manera posible. O al menos de una bastante mala.
El primer día que me enfrenté a esa mezcla heterogénea de seres humanos, tan alejada de la uniformidad a la que estoy acostumbrado como profesor de Lengua española y Literatura en un Instituto de Enseñanza Secundaria, comprendí enseguida que no había sido una buena idea. Era una de esas ocurrencias que suenan bien como proyecto —abrir un taller de escritura creativa que aliviara el tedio de mi monótona vida— pero que, llevadas a la práctica, revelan tantos inconvenientes que querríamos abandonar de inmediato de ser posible. Pero no lo era. Tanto le había insistido para que convocase el taller a mi amigo de la infancia, Ramón Donoso, ahora concejal de Cultura y Festejos de Albalajara, la ciudad que me había visto nacer hacía casi cuarenta años, que tuve que rechazar a regañadientes la idea de desertar. Tenía por delante cuatro meses en compañía de, según fui sabiendo luego, un militar retirado, dos amas de casa amigas y unidas en su adoración a Isabel Allende, un ingeniero industriad, una funcionaria feminista, una artista plástica argentina, una joven casada con un miembro de la alta burguesía local ~ finalmente, un grupo de tres prejubilados de un banco, dos mujeres y un hombre, que habían compartido sucursal durante veinticinco años y ahora estaban dispuestos a agotar la oferta de cursos que ofrecía la Casa de Cultura albalajareña. Probablemente terminarían antes de lo que pensaban porque la crisis estaba reduciendo la programación a más velocidad que ellos terminaban cursos.
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