Libros que non son nosos...
Na exposición de libros antigos e curiosos, hai libros ben curiosos aportados por profesores, alumnos e outros membros da comunidade escolar. Aí queda constancia do poso polo noso centro dunha edición das Greguerías selectas de Ramón Gómez de la Serna [1919], unha novela xuvenil de Elena Fortún de 1950, e esta segunda edición do libro Los niños tontos.
ANA MARÍA MATUTE, Los niños tontos, Destino, Barcelona, 1971, 68 páginas.
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Ésta es la primera edición en Destino, la segunda tras la original de 1956 en la madrileña Arión. Cuenta con las ilustraciones de José María Prim.
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EL INCENDIO
El niño cogió los lápices color naranja, el lápiz de color amarillo, y aquel por una punta azul y la otra rojo. Fué con ellos a la esquina, y se tendió en el suelo. La esquina era blanca, a veces la mitad negra, la mitad verde. Era la esquina de la casa, y todos los sábados la encalaban. El niño tenía los ojos irritados de tanto blanco, de tanto sol cortando su mirada con filos de cuchillo. Los lápices del niño eran naranja, rojo, amarillo y azul. El niño prendió fuego a la esquina com sus colores. Sus lápices -sobre todo aquel de color amarillo, tan largo- se prendieron de los postigos y las contraventanas, verdes, y todo crujía, brillaba, se trenzaba. Se desmigó sobre su cabeza, en una hermosa lluvia de ceniza, que le abrasó.
El niño cogió los lápices color naranja, el lápiz de color amarillo, y aquel por una punta azul y la otra rojo. Fué con ellos a la esquina, y se tendió en el suelo. La esquina era blanca, a veces la mitad negra, la mitad verde. Era la esquina de la casa, y todos los sábados la encalaban. El niño tenía los ojos irritados de tanto blanco, de tanto sol cortando su mirada con filos de cuchillo. Los lápices del niño eran naranja, rojo, amarillo y azul. El niño prendió fuego a la esquina com sus colores. Sus lápices -sobre todo aquel de color amarillo, tan largo- se prendieron de los postigos y las contraventanas, verdes, y todo crujía, brillaba, se trenzaba. Se desmigó sobre su cabeza, en una hermosa lluvia de ceniza, que le abrasó.
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