martes, 30 de setembro de 2014

101 CUENTOS ZEN, Nyogen Senzaki & Paul Reps


NYOGEN SENZAKI & PAUL REPS, 101 cuentos zen, Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2012, 160 páxinas.

[NUC CIE]

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Nyogen Senzaki e Paul Reps son os responsables desta edición que está composta por relatos de dous procedencias: o libro Sha-seki-shu ("escrito a fins do século XIII polo mestre de zen Muju") e "anécdotas de monxes zen tomadas de varios libros publicados en Xapón cara a comezos do século XX"). Engádense aos nosos fondos estas píldoras de sabedoría, gracias ao noso sabio compañeiro Tino Chao, a quen temos que agradecer esta nova doazón.
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MISO AGRIO

   El monje cocinero Dairyo, que trabajaba en el monasterio de Bankei, decidió que cuidaría de la salud de su viejo maestro y sólo le daría miso fresco, una pasta de judía de soja mezclada con trigo y levadura que a menudo fermenta. Cuando Bankei observó que le servían un miso mejor que el de sus discípulos, preguntó:
   —¿Quién es hoy el cocinero?
   Dairyo se presentó ante él y dijo a Bankei que, de acuerdo con su edad y posición, sólo debía tomar miso fresco. Así pues, Bankei dijo al cocinero:
   —Entonces crees que no debería comer en absoluto.
   Dicho esto, entró en su habitación y cerró la puerta.
   Dairyo, sentado en el exterior, pidió perdón a su maestro, pero Bankei no le respondía. Durante siete días Dairyo se sentó fuera y Bankeí dentro.
   Finalmente, un miembro del monasterio, desesperado, se dirigió a voz en grito a Bankei:
   —¡Puede que tengas razón, viejo maestro, pero este joven discípulo tiene que comer! ¡No puede seguir sin comida eternamente!
   Al oírlo, Bankei abrió la puerta. Sonriente, le dijo a Dairyo:
   —Insisto en comer lo mismo que el último de mis seguidores. Cuando llegues a ser el maestro, no quiero que lo olvides.

luns, 29 de setembro de 2014

EL OLVIDO QUE SEREMOS, Héctor Abad Faciolince


HÉCTOR ABAD FACIOLINCE, El olvido que seremos, Booket, Barcelona, 2011, 420 páxinas.

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Pronto retomaremos a actividade dos Clubes de Lectura. 

E un dos Clubes de Lectura que mantivo unha interesante actividade foi o Clube de Adultos Aguiar

Deciamos en xaneiro de 2014 que a nosa proposta era reunir ás persoas interesadas en falar periódicamente sobre un libro que acordáramos ler. A nosa idea é que ditos libros foran tamén un estímulo para falar do que nos une a familias e docentes: a educación. Tamén quedou claro no curso anterior que libros como este El olvido que seremos (do que se pode ler, como adianto, o primerio capítulo) permitirán ter de que falar.

Aínda que pronto faremos chegar esta proposta as vosas casas empregando de carteiros aos vosos fillos, queda aquí xa dende hoxe a posibilidade de inscribirse no correo [bibliofranciscoaguiar@gmail.com] indicando como asunto “Club lectura Nais Pais”. 
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   En la casa vivían diez mujeres, un niño y un señor. Las mujeres eran Tata, que había sido la niñera de mi abuela, tenía casi cien años, y estaba medio sorda y medio ciega; dos muchachas del servicio —Emma y Teresa—; mis cinco hermanas—Maryluz, Clara, Eva, Marta, Sol—; mi mamá y una monja. El niño, yo, amaba al señor, su padre, sobre todas las cosas. Lo amaba más que a Dios. Un día tuve que escoger entre Dios y mi papá, y escogí a mi papá. Fue la primera discusión teológica de mi vida y la tuve con la hermanita Josefa, la monja que nos cuidaba a Sol y a mí, los hermanos menores. Si cierro los ojos puedo oír su voz recia, gruesa, enfrentada a mi voz infantil. Era una mañana luminosa y estábamos en el patio, al sol, mirando los colibríes que venían a hacer el recorrido de las flores. De un momento a otro la hermanita me dijo:
   —Su papá se va a ir para el Infierno.
   —¿Por qué? —le pregunté yo.
   —Porque no va a misa.
   —¿Y yo?
   —Usted va a irse para el Cielo, porque reza todas las noches conmigo.
   Por las noches, mientras ella se cambiaba detrás del biombo de los unicornios, rezábamos padrenuestros y avemarías. Al final, antes de dormirnos, rezábamos el credo: «Creo en Dios Padre, Todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra, de todo lo visible y lo invisible...». Ella se quitaba el hábito detrás del biombo para que no le viéramos el pelo; nos había advertido que verle el pelo a una monja era pecado mortal. Yo, que entiendo las cosas bien, pero despacio, había estado imaginándome todo el día en el Cielo sin mi papá (me asomaba desde una ventana del Paraíso y lo veía a él allá abajo, pidiendo auxilio mientras se quemaba en las llamas del Infierno), y esa noche, cuando ella empezó a entonar las oraciones detrás del biombo de los unicornios, le dije:
   —No voy a volver a rezar.
   —¿Ah, no? —me retó ella.
   —No. Yo ya no me quiero ir para el Cielo. A mí no me gusta el Cielo sin mi papá. Prefiero irme para el Infierno con él.
   La hermanita Josefa asomó la cabeza (fue la única vez que la vimos sin velo, es decir, la única vez que cometimos el pecado de verle sus mechas sin encanto) y gritó: «¡Chito!». Después se dio la bendición.
   Yo quería a mi papá con un amor que nunca volví a sentir hasta que nacieron mis hijos. Cuando los tuve a ellos lo reconocí, porque es un amor igual en intensidad, aunque distinto, y en cierto sentido opuesto. Yo sentía que a mí nada me podía pasar si estaba con mi papá. Y siento que a mis hijos no les puede pasar nada si están conmigo. Es decir, yo sé que antes me haría matar, sin dudarlo un instante, por defender a mis hijos. Y sé que mi papá se habría hecho matar sin dudarlo un instante por defenderme a mí. La idea más insoportable de mi infancia era imaginar que mi papá se pudiera morir, y por eso yo había resuelto tirarme al río Medellín si él llegaba a morirse. Y también sé que hay algo que sería mucho peor que mi muerte: la muerte de un hijo mío. Todo esto es una cosa muy primitiva, ancestral, que se siente en lo más hondo de la conciencia, en un sitio anterior al pensamiento. Es algo que no se piensa, sino que sencillamente es así, sin atenuantes, pues uno no lo sabe con la cabeza sino con las tripas.
   Yo amaba a mi papá con un amor animal. Me gustaba su olor, y también el recuerdo de su olor, sobre la cama, cuando se iba de viaje, y yo les rogaba a las muchachas y a mi mamá que no cambiaran las sábanas ni la funda de la almohada. Me gustaba su voz, me gustaban sus manos, la pulcritud de su ropa y la meticulosa limpieza de su cuerpo. Cuando me daba miedo, por la noche, me pasaba para su cama y siempre me abría un campo a su lado para que yo me acostara. Nunca dijo que no. Mi mamá protestaba, decía que me estaba malcriando, pero mi papá se corría hasta el borde del colchón y me dejaba quedar. Yo sentía por mi papá lo mismo que mis amigos decían que sentían por la mamá. Yo olía a mi papá, le ponía un brazo encima, me metía el dedo pulgar en la boca, y me dormía profundo hasta que el ruido de los cascos de los caballos y las campanadas del carro de la leche anunciaban el amanecer.

venres, 26 de setembro de 2014

OS PANTALÓNS NUNCA FORON COUSA BOA, Lidia Gómez


LIDIA GÓMEZ, Os pantalóns nunca foron cousa boa, Biblos, Mandaio, 201, páxinas.

[NG GOM pan]

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Unha biblioteca pode presumir de estar viva cando os libros non descansan nas estanterías. Saen nas mochillas dos rapaces e chegan ás casas para esperar, nas mesitas de noite ou nas mesas de estudio, a que, as mans dos que mostraron interés por eles, volvan a abrirlos por donde quedara o marcapáxinas. 
Pódese supoñer que unha Bibioteca está vivísima, si as rapazas e rapaces que tomaran prestados, fai pouco, estes libros voadores, agora se presentan no Instituto para agasallar á Biblioteca o libro que veñen de publicar. 
Agradecemos a Lidia Gómez pertencer á non pequena listaxe de (ex)alumnos literatos, que permiten vivir á Comunidade Educativa do IES Francisco Aguiar na ilusión do traballo ben feito.
Despois de ler estes dos primeiros capítulos de Os pantalóns nunca foron cousa boa haberá máis de un interesado en pedir a novela en préstamo.

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CAPÍTULO 1
         
   —Mamá! Mamá! —berrou a rapaza mentres corría cara a muller—. Atopei a Julia e a Manuel! —dixo case sen folgos mentres se lle agarraba ás saias—. Alí! —sinalando.
   Achegou as pálpebras para ver mellor, pero o sorriso de alivio que comezara a debuxar borrouse en canto os viu ao lonxe.
   —Ana! —colleu a nena polos ombreiros poñéndoa de costas á escena—, vai chamar teu pai —ollou de novo os corpos—. Corre!

CAPÍTULO II
         
   O curtidoiro da Pontepedriña era un dos máis potentes da comarca e tamén o máis grande. As instalacións ocupaban unha gran extensión de terreo e, tras aquela impoñente cancela de ferro e os soberbios muros de pedra, atopábase o sustento dunha parte importante de Santiago.
   O curtidoiro daba emprego a todos os pais e irmáns da zona e tamén ás lavandeiras. Para Julia era case coma a catedral: levaban alí dende o inicio dos tempos. E os irmáns Riva tiñan para ela, e para o resto do pobo, a mesma autoridade que os cardeais. De feito, a aldea, por como se distribuían as casas, asemellábase a un salón do trono. Ao fondo, impoñente, atopábase o curtidoiro e, escoltando o camiño, que non era vermello coma as alfombras, senón do marrón da terra, as vivendas dos traballadores.
   Os Riva, ademais do que supoñían para a economía de O Avío, eran tamén os responsables, non da modernización, pero si de que as xentes coñecesen parte desa modernidade.
   O avó dos actuais donos fora o primeiro en deixar por aqueles camiños as marcas dos pneumáticos dun automóbil. E tamén o primeiro en facer levar un gran poste de madeira, do que saían fíos que se perdían mo ceo, a través dos cales se escoitaban voces sen corpo. O misterio tívoos en vilo durante semanas, pero resolveuse cando o primeiro teléfono chegou ao curtidoiro.
   A residencia privada dos Riva era unha construción formidable. A pesares de só coñecer o exterior do edificio, a xente falaba da suntuosidade do seu interior coma se realmente estiveran alí. Non se pode dicir que todos falasen sen coñecemento de causa, pois había uns poucos afortunados que tiveran o privilexio de traballar no interior da ilustre casa.
   O feito de que algunha das mulleres da aldea entrase a traballar no servizo doméstico dos Riva era celebrado. E a escaleira, de verdade que é de mármore? E iso de que teñen unha negra que traballe para eles, que me dis diso? E é verdade que compraron unha máquina desas que lava a roupa soa? Non o sei, dona Elvira, non ve vostede que eu só lles levo a roupa? Eu nin chego a entrar na casa, fíxese ben o que lle digo. Muller, pero algo saberás! Rapariga, non me deixes con esta intriga! Pero e que eu non lle podo dicir nada... Mire, en non sei se as escaleiras lle son de pedra, de mármore, muller, díxenche de mármore! Ben, de mármore logo, nin se teñen unha negra. Pero o que si, unha máquina desas non deben de ter porque se non, dígame, para que me deron a min traballo?
   A ignorancia de Julia acerca de tales cuestións non foi ben acollida polas maiores da aldea, pero todo aquilo non lle interesaba. Escaleiras de mármore, lámpadas de cristal, negras traballando... Non entendía o porqué de tantas cousas exóticas. E caras, porque aquilo barato non había ser. Aínda que, pensándoo ben, con algo tiñan que encher semellante casona. Que tristura unha casa tan grande sen nenos. Pero iso era cousa dos Riva. Ela estaba contenta co seu traballo. Aínda que, mentres gañase dabondo, case calquera valía. Con cada día que pasaba lavando e tendendo roupa, estaba máis cerca de poder casar con Manuel. E iso era todo o que importaba. Ao fin e ao cabo, nin o amor nin os cartos pasaban de moda.
   Tornando de novo á modernidade, automóbiles, teléfonos e demais aparellos á parte, a maior novidade que os Riva trouxeron ao Avio foi unha muller con pantalóns.

xoves, 25 de setembro de 2014

DESGRACIA, J. M. Coetzee

J.M. COETZEE, Desgracia, Mondadori, Barcelona, 2009, 272 páxinas.

[NUC COE des]

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Sumamos aos nosos fondos outra doazón do noso compañeiro Tino Chao: a novela do premio Nobel Coetzee, que coñeceu unha adaptación cinematográfica. Para provocar que saia pronto da Biblioteca, deixamos o trailer da película e un fragmento do primeiro capítulo da historia.

 
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   Para ser un hombre de su edad, cincuenta y dos años y divorciado, a su juicio ha resuelto bastante bien el problema del sexo. Los jueves por la tarde coge el coche y va hasta Green Point. A las dos en punto toca el timbre de la puerta de Windsor Mansions, da su nombre y entra. En la puerta del número 113 le está esperando Soraya. Pasa directamente hasta el dormitorio, que huele de manera agradable y está tenuemente iluminado, y allí se desnuda. Soraya sale del cuarto de baño, deja caer su bata y se desliza en la cama a su lado.
   —¿Me has echado de menos? —pregunta ella.
   —Te echo de menos a todas horas —responde. Acaricia su cuerpo moreno como la miel, donde no ha dejado rastro el sol; lo extiende, lo abre, le besa los pechos; hacen el amor.
   Soraya es alta y esbelta; tiene el cabello largo y negro, los ojos oscuros, líquidos. Técnicamente, él tiene edad más que suficiente para ser su padre; técnicamente, sin embargo, cualquiera puede ser padre a los doce años. Lleva más de un año en su agenda y en su libro de cuentas; él la encuentra completamente satisfactoria. En el desierto de la semana, el jueves ha pasado a ser un oasis de luxe et volupté.
   En la cama, Soraya no es efusiva. Tiene un temperamento más bien apacible, apacible y dócil. Es chocante que en sus opiniones sobre asuntos de interés general tienda a ser moralista. Le parecen ofensivas las turistas que muestran sus pechos («ubres», los llama) en las playas públicas; considera que habría que hacer una redada, capturar a todos los mendigos y vagabundos y ponerlos a trabajar limpiando las calles. Él no le pregunta cómo casan sus opiniones con el trabajo mediante el cual se gana la vida.


mércores, 24 de setembro de 2014

EL CIELO DE LOS DINOSAURIOS, Vicente García Oliva


VICENTE GARCÍA OLIVA, El cielo de los dinosaurios, Pearson, Madrid, 2011, 88 páxinas.

 
[NC GAR cie]
 
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García Oliva parte do relato de Monterroso para ofrecer once narracións polas que transitan os máis diversos dinosaurios.
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AMOR

   No recordaba cómo había comenzado aquel enamoramiento. Aquella, podría llamarla, locura. Esa profunda emoción de saber que, al fin, había hallado al ser complementario, a esa figurada media naranja con la que uno está dispuesto a pasar el resto de su vida.
   Un día descubrí que me embargaba esa oscura sensación que no se sabe muy bien de donde viene, pero que cuando penetra es capaz de romper todas las barreras.
   Y ciertamente eran muchas las barreras. Y de todo tipo.
   Yo era consciente de la dificultad de aquella relación, hasta entonces oculta, pero que cuando se hiciera pública provocaría, seguro, un escándalo no solo entre mis compañeros de claustro, sino también entre los propios alumnos.
   Y lo entendía. Lo entendía a la perfección. La diferencia de edad, los distintos caracteres, yo sensible y cultivado, ella primitiva y espontánea... Pero eso es lo que tiene el amor, que cuando llega rompe todas las barreras (creo que eso ya lo dije antes), derriba todos los diques, salta por encima de todas las convenciones.
   Ellos no podían comprenderlo, y yo lo aceptaba.
   Pero eso no fue óbice para que me sentara tan mal la frase despectiva del portero de aquel hotel que me dijo, con los ojillos apretados y la voz envenenada.
   —Usted nunca entrará aquí acompañado de esa hembra de Velocirraptor.

martes, 23 de setembro de 2014

NADIE CONOCE A NADIE, Juan Bonilla

JUAN BONILLA, Nadie conoce a nadie, Punto de Lectura, Barcelona, 1999, 406 páxinas.

[NC BON nad]

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"Hay dos maneras de regresar al puntoo que acabas de dejar a tus espaldas. Una consiste en darse la vuelta. La otra en dar la vuelta al mundo". Este é o comezo dunha novela que podería ter moitos lectores nas aulas. É unha bagoa que non esté disponible, que non exista, incluso, unha edición crítica desta obra, da que, nós, afortunadamente, temos dous exemprares esperando saír dos andeis.
Mateo Gil levou a historia ao cine, nunha película moi aceptable.

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luns, 22 de setembro de 2014

LOS FANTÁSTICOS LIBROS VOLADORES DEL SR. MORRIS LESSMORE, William Joyce

WILLIAM JOYCE, Los fantásticos libros voladores del Sr. Morris Lessmore, Alfaguara, 2014, 52 páxinas.

[AI JOY fan]

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Os alumnos do primeiro ciclo da ESO xa disfrutaron do visionado da curtametraxe de animación gañadora do Oscar no 2012. Afortunadamente, Alfaguara edita en castelá o libro no que se inspirou o cineasta. É unha xoia sobre outra xoia. 

Non tardedes en pasar a retiralo da Biblioteca. Pode sair voando!
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venres, 19 de setembro de 2014

EN PICADO, Nick Hornby

NICK HORNBY, En picado, Anagrama, Barcelona, 2007, 328 páxinas.

[NUC HOR enp]

Jesús Zulaika traduce A long way down como En picado. Na portada da edición en Compactos aparecen os actores da versión cinematográfica estreada no noso país co título Mejor otro día. Quen dixo que fora fácil o oficio de tradutor?

A historia que conta Hornby (un narrador eficaz que camiña con éxito arredor da inverosimilitude), mantén ao lector atento ás reflexións destes seres que pretendían dimitir da vida.


xoves, 18 de setembro de 2014

CRONOLOXÍA DA URXENCIA, Dores Tembrás

DORES TEMBRÁS, Cronoloxía da urxencia, Espiral Maior, Culleredo, 2014, 88 páxinas.

[PG TEM cro]


O pasado 28 de agosto presentaba na Libraría Biblos de Betanzos o seu novo poemario Dores Tembrás. Con ela, e para falar da Cronoloxía da urxencia, estaban o seu editor, o poeta Miguel Anxo Fernán Vello, Xavier Seoane e Emilio Salgado, profesor de lingua e literatura (e ex-alumno do Aguiar), a quen temos que agradecer a cesión das súas lúcidas palabras de presentación, un pequeno ensaio sobre Cronoloxía da urxencia que axuda notablemente a comprender os versos de Tembrás. 

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ARQUEOLOXÍA E RESTAURACIÓN EN CRONOLOXÍA DA URXENCIA

desaloxarme
traer ao pensamento
algoritmos vellos
de lacena que renxe
ou eran as mans
a tirar da seda?

   Son estes, mergullado na memoria, os primeiros versos que recupero de Cronoloxía da urxencia, ecoando a voz de Dores Tembrás emocionada e emocionante na lectura privadísima, privilexiados nós que gozamos dela nunha noite de martes (seguramente). Nestas dezaoito palabras (como nunha soa calquera da súa escrita) e un signo de interrogación vexo condensada a súa poética, a súa poesía, a súa voz, o seu mundo. A dúbida, o tacto e o sensitivo todo, o ser/non ser, a memoria, a raíz como eixos; a condensación, e sobre todo para min, a exactitude absoluta da verba necesaria, a presenza da que non está visible, pero asoma nos ocos entre as palabras, entre as vogais que abren infinitos significados.
   Todo este tránsito polos versos do libro, polos seus brancos tamén, revela para min (estudoso e amante coma ela da linguaxe) e para calquera lector atento, un traballo meticuloso e paciente de arqueóloga primeiro, e máis tarde de delicada restauradora das verbas soterradas e pervertidas polo tempo: limparlles o po, decapalas de vagar, eliminando coidadosamente as veladuras de cotianeidade ata o seu cerne (“de lira ire / per saecula / saeculorum”), e engarzar os cultismos revividos coas expresións máis de seu, máis de nós (“pasar lambendo”). Eses “algoritmos vellos / de lacena que renxe” conxugan unha volta á orixe da linguaxe que nos constitúe no ser ao que chegamos neste agora. Pero sempre, sobre a testa, a espada de Damócles do poeta auténtico, tan acertadamente condensada por Valente e que abre a segunda parte do poemario de Dores: “y el no estar a la altura de las propias palabras / con esfuerzo aprendidas”.
   E con Valente… Eva Veiga, ineludible e necesaria entre as poetas contemporáneas galegas, Pizarnik (“el silencio no existe”) tatuada para sempre na alma da autora, Barthes (referente intelectual para a nosa tribo de filólogos), John Berger (inmenso: grazas, Dores, por traelo á miña, ás nosas, vidas), e Cortázar, e Olalla Cociña, e Élouard, e Baleirón, e Cage, e Gonzalo Hermo, e Xabier Seoane, e Anxo Angueira…  Todos presentes por relacións de amizade, vitais, poéticas, sobre todo. E o máis marabilloso é que, a pesares de toda esta bagaxe de alusións e citas eruditas, o libro non se constrúe en absoluto como un “manual para iniciados”, senón que está aberto a calquera lectura, ata as máis limpas de referencias culturais.
   Estamos ante un libro metapoético? Sen dúbida, pero non soamente, e iso é, precisamente, o que o fai enorme. O pulso vital está tan presente en cada liña que é imposible unha lectura exclusivamente intelectualizada: os insectos, o mel, ás árbores e os seus froitos, as linguas, cada terminación nerviosa da pel (“ohmímetro / nas xemas” “o leite recén munxido / a correr polos dedos”) danlle unha fisicidade que nos agarra do colo e nos sacude sen pausa, obrigándonos a respirar entre texto e texto, a tentar recobrar o alento no baleiro, onde non hai.
   O “ti” omnipresente consegue fundirse co lector (outra clave da poética tembrasiana: a comuñón), facendo de nós un monstro de múltiples cabezas: amante, espectador, pura linguaxe en potencia… Porque iso é o que queda trala viaxe pola Cronoloxía: o a piques de, o linde entre, o que non é pero, a promesa, o merodeo, a claudicación?

Emilio Salgado

mércores, 17 de setembro de 2014

REO, Xesús Fraga

XESÚS FRAGA, Reo, Galaxia, Vigo, 2014, 144 páxinas.

[ NG FRA reo]

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Recomeza o curso e polo tanto, arranca a maquinaria da Biblioteca Sebastián Buedo Jiménez, felicitándose por ter conseguido o Plan de Mellora de Bibliotecas Escolares. 

Hai mellor modo de iniciar a ruta que dar prestixio aos nosos fondos coa incorporación da novela do noso ex alumno Xesús Fraga?

Reo obtivo o derradeiro Premio Raíña Lupa de Literatura Infantil e xuvenil.