ANDREA STEFANONI, La abuela civil española, Seix Barral, Barcelona, 2015, 268 páxinas.
[NC STE abu]
Estoy almorzando. Un día de septiembre. Creo que planeo algo. Mastico y pienso en los pasos a seguir. Algunos planes se molestan con el ruido de los cubiertos de alrededor. Otros, no. Algunos planes pueden con todos los ruidos.
Mi trabajo, la librería, me da un rato para almorzar tranquila. Como y pienso. Es un día especial. Sé que disfruto de septiembre. Puedo planear enero. Puedo pensar en el último junio. Sin sufrirlos en su rigor.
Suena el celular. Es mi hermano. Nunca me llama a esta hora. Le gusta la tarde, cuando habla con el día encima. Cuando tiene más para decir.
—Sofía…
—¿Qué hacés?
Y lo escucho. No está aquí. Está a tres horas de Buenos Aires, en un pueblo sin asfalto, en el campo. Lejos. Entonces me dice que la abuela tuvo un accidente. Se enteró porque la llamó por teléfono para saludarla. Al parecer, se cayó. Mi abuela Consuelo.
Le pregunto si le salió sangre. Me explica que sí. Lo dice de otra manera, pero queda la palabra: sangre. Hay palabras de las que es difícil volver. Esa es una.
Tengo que dejar lo que estoy haciendo, dejar mis ideas mirándose confundidas en el restaurante, y correr. Tomar un taxi y llegar lo más rápido que pueda.
Dejarme ahí sentada y correr.
Correr hacia la sangre de mi abuela.
Mi trabajo, la librería, me da un rato para almorzar tranquila. Como y pienso. Es un día especial. Sé que disfruto de septiembre. Puedo planear enero. Puedo pensar en el último junio. Sin sufrirlos en su rigor.
Suena el celular. Es mi hermano. Nunca me llama a esta hora. Le gusta la tarde, cuando habla con el día encima. Cuando tiene más para decir.
—Sofía…
—¿Qué hacés?
Y lo escucho. No está aquí. Está a tres horas de Buenos Aires, en un pueblo sin asfalto, en el campo. Lejos. Entonces me dice que la abuela tuvo un accidente. Se enteró porque la llamó por teléfono para saludarla. Al parecer, se cayó. Mi abuela Consuelo.
Le pregunto si le salió sangre. Me explica que sí. Lo dice de otra manera, pero queda la palabra: sangre. Hay palabras de las que es difícil volver. Esa es una.
Tengo que dejar lo que estoy haciendo, dejar mis ideas mirándose confundidas en el restaurante, y correr. Tomar un taxi y llegar lo más rápido que pueda.
Dejarme ahí sentada y correr.
Correr hacia la sangre de mi abuela.
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