LA INVITACIÓN AL VIAJE
Pequeña mía, hermana,
sueño con el dulzor
¡de irnos de aquí a vivir juntos!
amar con tiempo,
amar y morir
¡al país que se te parece!
Los soles húmedos
de esos cielos nublados
para mi espíritu son el encanto
tan misterioso
de tus traidores ojos,
brillantes por sus lágrimas.
Allá, todo es orden y belleza
lujo, calma y placer.
Los muebles relucientes,
pulidos por los años,
decorarán nuestra habitación;
las más raras flores
mezclarán sus olores
con las vagas fragancias del ámbar.
Los ricos techos,
los espejos profundos,
el esplendor oriental,
todo allí hablará
con el alma a escondidas
su dulce lengua natal.
Allá, todo es orden y belleza
lujo, calma y placer.
Mira sobre esos cauces
descansar esas naves
donde el ambiente es vagabundo;
es para satisfacer
tu último deseo
que vienen del fin del mundo.
— Los soles ponientes
cubren los campos,
los canales, la ciudad entera,
de jacinto y oro;
el mundo se queda dormido
entre una cálida luz.
Allá, todo es orden y belleza
lujo, calma y placer.
CHARLES BAUDELAIRE, Las flores del mal, 1840.
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