Despois de 32 semanas adicadas a propoñer e a suxerir, ALTO RISCO descansa.
Agora, a cada lector tócalle elixir ler ou non ler.
Neste tempo de lecer podedes revisar algún dos 64 PDF's que foron publicados neste curso que hoxe remata.
Acompaña a fermosa pintura de Henri Lebasque un fragmento da novela Nadie conoce a Nadie, onde Juan Bonilla fai un convincente eloxio do carácter sanador da literatura, á que calquera pode chegar por moitos camiños. Un deles: a lectura.
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¿Para qué diablos sirve la literatura? Me había planteado esa
cuestión infinidad de veces, pero nunca había perdido el tiempo
intentando una declaración convincente y firme. Lo único que sabía es
que cuando murió mi padre recordé unos versos de Thomas Stearn Eliot que
si bien no paliaron mi dolor sí al menos me lo llegaban a explicar,
cuando alguien a quien amaba se retiró para siempre de mi vida, me
socorrieron dos renglones de Juan José Arreola («La mujer que amé se ha
convertido en fantasma: ya sólo soy el lugar de sus apariciones»),
cuando me cruzo con una de esas princesas por cuyos cuerpos vendería mi
alma al demonio, repito una exclamación de Rafael Cansinos Assens («Dios
mío, no permitas que haya tanta belleza en este mundo»), cuando la
noche pesa sobre mí como el cadáver de una esperanza acribillada, unos
versos de Federico García Lorca acuden a mi mente para colorearme el
insomnio como el más eficaz de los ansiolíticos («pero la noche es
interminable cuando se apoya en los enfermos, y hay barcos que sólo
buscan ser mirados para poder hundirse tranquilos»). ¿Es poco? Sin duda.
Juegos para aplazar la muerte, juegos que ayudan a no perder el tiempo
sino a sustituirlo, suprimirlo, abolirlo. Guiños inocuos que, aunque no
me facilitan el camino, lo hacen más llevadero, lo amplían.
La literatura me sirve en fin para que la vida me concierna menos de lo que yo hubiera sido capaz de soportar.
La literatura me sirve en fin para que la vida me concierna menos de lo que yo hubiera sido capaz de soportar.
JUAN BONILLA, Nadie conoce a nadie, Ediciones B, Barcelona, 1996, pp. 26-27.
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