venres, 9 de xaneiro de 2015

EL LIBRO DE LOS SERES ALADOS, Daniel Samoilovich


DANIEL SAMOILOVICH, El libro de los seres alados, 451, Madrid, 2008, 365 páginas.

[O SAM lib]

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No Prólogo alado (pp. 7-8) Samoilovich apunta: "Este libro no se propone como una enciclopedia, sino como una selección de esa inmensa masa de textos, como una colección de lecturas dispuestas en orden alfabético en torno a seres dotados de alas; este orden es más que nada un recurso humorístico (y eventualmente lírico), una apuesta por las concatenaciones interesantes que podría inducir el azar del alfabeto". Acompaña a Samoilovich na selección das imaxes Eduardo Stupía.   
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SERPIENTE ALADA

A UN RETRATO DE SERPIENTE ALADA

Bien peligrosa es la serpiente alada
que vuela en torno al monte Sinaí.
¡Cielo santo, qué espanto verla ahí,
si ya da miedo el verla dibujada!

P. BELON DU MANE, Portraicts d'oyseaux, animaux, serpens, herbes, arbres, hommnes et femmes d'Arabia et d'Égypte




   Arabia es el más austral de todos los países habitados: su riqueza proviene sobre todo de la mirra y del incienso llamado olíbano. Pero no se ha de creer que se consiguen sin trabajos: los árboles que dan el olíbano están rodeados de pequeñas serpientes aladas, de los más variados colores, que se reúnen a centenares en torno a cada planta. Nada, excepto el humo que producen las ramas de estoraque al ser quemadas, persuadiría a estos pequeños monstruos de alejarse del olíbano; por eso, los árabes deben comprar a los fenicios a altos precios las ramas de estoraque, de lo que aquellos se resarcen vendiéndoles más caro aún el precioso olíbano.

HERÓDOTO, Los nueve libros de la Historia



   Las serpientes aladas, a veces llamadas serpientes eléctricas, infestan las selvas de Zakhara. Sus colores son variados, desde el azul celeste y el verde esmeralda hasta el borravino. Están dotadas de unas alas flexibles y sutilísimas que las hacen parecer picaflores reptilianos; cuando las pliegan, se les ajustan tan bien al cuerpo que pueden deslizarse como serpientes comunes. La mordedura de una serpiente alada inflige un daño de cuatro puntos más lo que indique el tiro de un dado e inyecta a la víctima un ácido singularmente corrosivo que le causa un daño adicional de dos dados más ocho durante los dos turnos subsiguientes.
   Más peligroso es el ataque de la bocanada eléctrica: sus alas baten tan velozmente el aire que generan una carga estática en el ambiente de la selva húmeda; esa carga se concentra en una bocanada de centellas que al ser lanzada alcanza un área de tres metros, quemando personas, animales, armas y vestidos instantáneamente. Una vez hecha la descarga, a la serpiente alada le toma tres temporadas volver a cargar de estática el aire (no puede repetir el ataque en tres turnos). El daño que produce este ataque se reduce a la mitad si el atacado posee un antídoto antieléctrico.

Manual monstruoso,
repertorio de criaturas del juego de rol Dungeons & Dragons

   La serpiente alada aparece una y otra vez, del Extremo occidental de Europa al extremo Oriente. Tenía alas, por ejemplo, la serpiente Mertseger, la cobra de cabeza humana a la que se adoraba en Egipto y cuyo nombre significa «aquella que ama el silencio». El Libro de los montes y los mares chino, por su parte, consigna la existencia, en los ríos que corren entre los Montes Centrales, de las serpientes huahua, cuya cara es semejante a la de las personas, pero que tienen cuerpo de chacal y alas de pájaro, pese a lo cual el modo de desplazamiento que prefieren es arrastrarse con las alas plegadas. Su voz suena como si una persona estuviera insultando a otra; allí donde aparecen, hay inundaciones. Estrabón, por su parte, afirma que en la India proliferan serpientes de dos codos de largo con las alas membranosas. «Vuelan de noche profiriendo agudos gritos —escribe— y soltando gotas de orina o sudor que causan la putrefacción de las personas que no han tomado la prevención de ponerse bajo techo al oírlas llegar».
   Solo por pegar un salto de unos cuantos siglos y varios miles de kilómetros, digamos que un grabado del siglo XVI del holandés Crispijn de Passe coloca entre la fauna americana una vistosa serpiente con alas; lo acompaña con la referencia de que el monstruo subyuga con la vista a pájaros y roedores llevándolos a entregársele voluntariamente. Analizando el dibujo y el texto en detalle, algunos historiadores concluyen que se trara de una mirada fantasiosa sobre la serpiente de cascabel. Ya Platón observó una vez que uno puede gastar la vida en este género de interpretaciones, sin producir con ellas nada de particular interés.

LUDOVICO MILANESI, Scherzi storici

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