Chegan dabondo os motivos polos que moita xente atópase moi lonxe da felicidade.
Aínda sabendo que a tristeza, a inxusticia e a infelicidade existen (alí, e, tamén aquí), non podemos deixar de expresar, en nome da comunidade educativa do IES Francisco Aguiar, os nosos mellores desexos para todos os homes e mulleres de boa vontade...
E que esa vontade colectiva de compartir esta ledicia non remate coa tregua do Nadal!
Aínda sabendo que a tristeza, a inxusticia e a infelicidade existen (alí, e, tamén aquí), non podemos deixar de expresar, en nome da comunidade educativa do IES Francisco Aguiar, os nosos mellores desexos para todos os homes e mulleres de boa vontade...
E que esa vontade colectiva de compartir esta ledicia non remate coa tregua do Nadal!
VILLANCICO
En este supermercado de lujo suena el villancico Adeste fidelesy
su melodía resbala sobre baterías de jamones de Jabugo y barricadas de
patés, embutidos, mariscos, turrones, vinos y licores, pirámides de
frutas importadas de países exóticos, gollerías encajadas como joyas en
estuches dorados. A este supermercado solo pueden acceder los muy
adinerados, señores con la mandíbula violácea y mujeres muy perfumadas.
Los precios son un puro esnobismo y marcan la línea roja infranqueable
para una clase media desaparecida. El resto de los mortales no cuenta.
Ha nacido el Rey de los ángeles, venid a adorar al Señor, dice el
villancico, pero en este establecimiento el único Rey es el jamón de
pata negra orlado con guirnaldas de plata. Movidos por la dulce llamada
de Belén, los clientes cargan con las bolsas repletas de bienes, la caja
registradora los despide con un alegre tintineo y para llegar hasta sus
cochazos aparcados en tercera fila deberán vadear el bulto de una
pordiosera en la acera que tiene un niño Jesús drogado y dormido en su
regazo. En la esquina, una docena de mendigos aguarda la hora alrededor
de un cartel con una flecha que indica que ese lugar es el punto de
recogida solidario. Cada uno lleva un carrito de la compra cargado de
latas, paraguas rotos, antenas, cables, varillas. Sobre estos desechos
extraídos de los contenedores de basura un mendigo rumano ha plantado
una gran bandera española, que exhibe como un trofeo. Por esa bandera se
produce de repente un grave altercado. Un mendigo español ha intentado
arrebatársela. No se trata de ningún patriota. Conoce a un chamarilero
que le dará un euro por su asta de aluminio. Sale un dependiente del
supermercado, deposita en el suelo unas cajas de comida caducada y la
refriega se calma.
Manuel Vicent, El País, 23 de novembro de 20104.
Daniel Sánchez Arévalo [2016]
Ningún comentario:
Publicar un comentario